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Writer's pictureAlex Mauricio C. L.

El día de la Independencia, de Richard Ford. Literatura contemporánea norteamericana.

Updated: Aug 13, 2023



Cuando la vida va a bordo de un Chevrolet. En esta reseña conversaremos acerca de literatura contemporánea.


En un año con mundial de fútbol (2018), es normal que se mire el nivel de penetración que ha ganado este deporte en los países que por tradición no son futboleros. Surge siempre la inquietud de los dueños del fútbol mercado, de cómo se puede lograr que, por ejemplo, Estados Unidos de América, un poderoso mercado en audiencia y consumo reciba este deporte como lo ha hecho con sus deportes más tradicionales. El futbol ha crecido allí los últimos años, tiene liga profesional, pero sigue estando lejos de los deportes de masas como el futbol americano, el béisbol o el baloncesto. En este texto no se pretende profundizar en esto, no obstante, sirve para acercarnos como contrapunto a la novela que motiva estas palabras. En esta reseña abordaremos una brillante representante de la literatura contemporánea norteamericana.



Literatura norteamericana del siglo 20. El día de la independencia, de Richard Ford.
El día de la Independencia. Portada de la edición en español.

El beisbol y el baloncesto nos remiten a la lectura que hice de El Día de la Independencia (1996), de Richard Ford. Una novela de hondos alcances en cuanto a narrar y convivir con varios de los símbolos de la cultura norteamericana; dentro de ellos el baloncesto y el béisbol. Esta es una novela de las más importantes publicadas a finales del siglo XX para la literatura norteamericana y que hace parte de una trilogía de novelas dedicada al mismo personaje, Frank Bascombe: El Periodista Deportivo (1986), la primera, y Acción de Gracias (2006), la última.


El argumento


Los eventos se desarrollan entre el 1º y el 4 de julio de 1988, tiempo en el que Frank Bascombe recorre en su Ford Crown Victoria parte de Nueva Jersey, Connecticut y el estado de Nueva York. En este discurrir de kilómetros Frank hace a su vez un viaje mental y físico entre sus recuerdos y su presente, visita aquellos sitios que de alguna manera han marcado profundamente su existencia, contrasta a menudo el antes, el hoy y en cierta medida el porvenir. Siente y se percibe que está en una época de dolorosa transición de su personalmente denominado, “Período de existencia”, algo así como su postura filosófica frente a la vida.


Durante el recorrido, Frank visita sus complicados clientes, los Markham. Va a recaudar el arriendo de un inmueble que tiene alquilado en la zona afro de Haddam, ciudad donde vive. Visita a Sally Caldwell la mujer con la que tiene una relación alejada de compromisos. Se encuentra con su exmujer Ann, de la cual está todavía subyugado emocionalmente, allí recoge a su hijo adolescente Paul y conversa con su hija Clarissa, menor que Paul. Los hijos viven con la madre y su actual esposo, Charley «(arquitecto de cincuenta y siete años, prosaico como un diccionario, alto, con el pelo prematuramente blanco, rico, gran armazón, gran nariz, grandes mandíbulas)».


El fin de visitar el domicilio de Ann, es ir por su hijo para conmemorar el día de independencia; en un recorrido que implica visitar los salones de la fama del baloncesto en Springfield y del béisbol en Cooperstown. Luego, ir de pesca al lago Otsego en la misma Cooperstown. Pero el fondo de la salida con Paul va más allá de estos recorridos, es tratar de establecer una confiada conversación padre hijo. El chico se está tornando en un adolescente problemático, que tiene pendiente un juicio por robar condones de una tienda y agredir a la dependienta; el último episodio de rebeldía ha sido golpear con un tolete a Charley, el esposo de su madre.


Al inicio del viaje se comienzan a evidenciar las dificultades de comunicación entre el padre y el hijo, la primera estación es el salón de la fama del baloncesto. Después de varios kilómetros por hora de recorrido, el asunto va mejorando de forma discreta, sin embargo, un incidente antes de entrar al salón de la fama del béisbol ocasiona una ruptura en los planes. Paul debe ser atendido por una lesión en un ojo, ocasionada por una pelota de béisbol. Luego del escándalo familiar, y en espera del


traslado del hijo a otro centro médico en Nueva Jersey, Frank vislumbra con esperanzas que, las puertas de la comunicación con su hijo se han abierto y que tal vez pueda llevarlo a vivir con él un tiempo.


La novela comienza a cerrar historias, a medida que Frank va aclarando su futuro, en el último capítulo del libro, denominado «El día de la independencia», se presenta la oportunidad latente de que el hombre, y otras de las almas perdidas que le acompañan en la novela, le dé un nuevo sentido a su vida.


La técnica literaria


Frank sustenta todo el peso de la narración, la voz narradora es el propio Frank Bascombe, quien a través de un agudo sentido del humor y una agradable ironía habla de lo que le rodea, de sus aciertos y miserias. El protagonista es un escritor truncado, que lo más cercano a la literatura que hace es el boletín informativo de la agencia de bienes raíces donde trabaja. Ello le permite a Ford, asignar al narrador grandes recursos expresivos para que la historia sea fluida e inteligente.


Junto a Frank otros personajes cuentan también, además de los hijos ya mencionados. Sally Caldwell, su pareja actual en una relación que ha entrado en estancamiento y crisis; Sally viene también de una primera relación matrimonial fallida, su marido alguna vez salió de casa y nunca regresó. Ann, su exesposa, quien se la lleva muy bien con su nueva pareja y todavía le mortifica hablar con su ex. Karl Bemish, el socio industrial de Frank en un negocio de perros calientes y cerveza de raíz, Karl también anda en proceso de reconstruir su vida de hombre separado.El matrimonio de Joe y Philip Markham, quienes aparecen de principio a fin en la novela son los clientes más complejos que ha tenido Frank en los bienes raíces.

El auto que conducía Frank Bascombe en la historia. Novela norteamericana del siglo 20
Modelo de Ford Crown Vic

La novela, narrada en primera persona, se aleja del monólogo. La voz de Frank Bascombe interactúa con la realidad política, económica y social de su país, por ello encontramos insistente referencia a la campaña política Bush Dukakis, al ataque con armas químicas que efectuó Irak a Iran en 1988, a los partidos de las grandes ligas, a los vaivenes de la economía en lo que tiene que ver con los bienes raices. Frank es un individuo más en la horda de viajeros vacacionales de las fiestas patrias, un demócrata para más identidad.


Richard Ford tiene gran solvencia para recrear conglomerados de personas, las describe en sus particularidades y generalidades, dando esa sensación de caos y armonía. Recorrer las autopistas con Frank en su Crown Vic, es adentrarse en las entrañas de una sociedad que le rinde culto a sus deportes masivos, béisbol, baloncesto y fútbol americano, los cuales tienen sus salones de la fama que padres, madres e hijos visitan con fervor. Que tiene su vida centrada en el automóvil y sus autopistas. Una sociedad en permanente movimiento, pues ha sido diseñada para que el auto tenga su lugar especial.


Los recursos expresivos del autor pasan por dotar a la voz narradora con paráfrasis y digresiones constantes, que le otorgan esa sensación de universalidad de lo narrado. A pesar de ser un narrador personaje, tiene la capacidad de contarse a sí mismo y contar a los otros por medio de impresiones personales, diálogos glosados con frecuencia y los ingeniosos recursos del teléfono y la contestadora telefónica a los cuales recurre con asiduidad, debido a que pocas veces está en su casa. Las conversaciones de pareja, que si no se hacen con corrección pueden tornarse en conversaciones de telenovela, o como mínimo en diálogos impostados y sensibleros, en el autor son hechos con absoluta maestría, saliéndose de los mencionados tópicos.


Tiene Ford también una gran sensibilidad para ambientar las ciudades, calles y barrios, logra con ello acercarnos a lo cotidiano, pues finalmente esta es una novela para hablar de las preocupaciones de un ser corriente de nuestro tiempo, que tiene 44 años y se siente el hombre “más divorciado del mundo”, a lo largo de sus viajes se encuentra con otros que sufren sus mismas preocupaciones y que hacen parte de ese anonimato en el cual estamos todos los que tenemos una vida ordinaria, que no aburrida.


Conclusiones para una novela en literatura contemporánea norteamericana


Las reflexiones y acontecimientos de Frank Bascombe a bordo de su Chevrolet, expresan una idea de vida que no es exclusiva de un ser como él o de aquellos que le rodean. Sólo que El Día de la Independencia, con su contexto político, geográfico, así como también las costumbres, pasatiempos, las tensiones raciales, la veneración que hay por los deportes nacionales, la ubicua cultura del automóvil que obliga a tener al país en constante acción con sus, en esa época, Cadillacs, Chevrolet, Lincoln, Prowler. Hacen pensar que esta novela en el único lugar donde podría haberse gestado es en Estados Unidos. Lo que sucede y cómo sucede retrata el sentir de una nación, vista desde su gente y cultura. Frank Bascombe es tal, porque es norteamericano, visita los salones de la fama con su hijo, recorre kilómetros de autopistas como lugar fugaz de reflexión porque está en permanente movimiento, a pesar de que su vida está en la inmovilidad del temor de actuar sobre ella, lo que vive y cómo lo vive es posible desde aquella Norteamérica de finales de los 80. Así como un personaje como Huckleberry Finn, sólo es explicable en la Norteamérica del siglo XIX. Otro como el detective Maigret, solo podría ser policía en un país europeo o francófono para más señas, a riesgo de que, si se lleva a otro hábitat, sería un impostor. También como Genoveva Alcocer (La tejedora Coronas (1982), Germán Espinosa) solo es viable en el abigarrado mestizaje del siglo XVIII y en la Cartagena de esa época con la importancia estratégica que tenía.


El Día de la Independencia, es otra de esas grandes novelas (norte) americanas que alguna vez propuso John William DeForest por allá en el siglo XIX, para alimentar el mito del estilo de vida americano, una ambición que no se ha cumplido con una, si no con muchas de las novelas que han ido construyendo en su conjunto, el retrato del espíritu de una nación dentro del contexto de sus épocas. Allí tenemos por ejemplo a Moby Dick, de Mellville, las Aventuras de Hucleberry Finn, de Twain. Otros mencionan a El Gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald, Manhattan Transfer de John Doss Pasos, Libertad, de Johnatan Franzen. A lo que habría que agregar incluso la obra poética de Withman o, se viene a la memoria también Edgar Lee Masters con su Antología de Spoon River. Sería de suyo bastante ambicioso el escritor que quisiera realizar una obra de esta índole totalizante, podría hablarse de una utopía literaria. De todas maneras, obras como El Día de la Independencia nos acercan al corazón de una cultura apabullante como la norteamericana y nos ayuda a ver desde dentro a seres literarios que nos dicen que por muy lejos que nos encontremos unos de otros, nuestras tragedias y victorias cotidianas nos acercan en la esencia del ser.


Compartimos esta entrevista, cortesía de la revista WMagazín, en donde podremos tener una idea del escritor, sus intenciones literarias, su discurso sin parafernalia, directo:



(2018)


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