top of page
Writer's pictureAlex Mauricio C. L.

Bebiendo de aguas quietas y corrientes salvajes: Las fuentes literarias.

Updated: Aug 18, 2023


Las fuentes literarias


Este escrito surgió como cierre para un ejercicio literario propuesto con el fin de que, a partir de él, pudiéramos crear texto sobre una gran obra pictórica, Las Bodas de Caná, de Paolo Caliari o Cagliari, llamado El Veronés (1528-1588). Se hizo como una actividad de un grupo de amigas y amigos deseosos de escribir y que tenemos o teníamos (nuestras actividades se han ido diluyendo con el tiempo por diversas circunstancias) el pomposo nombre de La Excelentísima Mesa Literaria.


 

Alguna vez llegué a pensar cuando escuché alguna melodía nueva, en medio de mi ingenuidad musical, que llegaría el día en que ya no existirían nuevas sonoridades, que todas se agotarían en algún momento en un futuro lejano —y no es un argumento para un texto de ciencia ficción, aunque podría serlo— partiendo de la idea de que las que se agotarían serían composiciones realizadas producto de la inspiración natural del autor y alejadas de algún tipo de algoritmo o consecuencia de alguna clase de fraseo aleatorio, como la que se podría generar al dejar caer una botella whisky Glenfiddich de 21 años al piso —es más barato hacerlo con un vaso de agua, pero me gusta romper licores caros—. Aunque dentro de mí sabía que la respuesta a esa inquietud es que nunca las melodías se acabarían, son infinitas, eternas. Están allí suspendidas en el aire para ser agarradas o están y estarán en la imaginación de alguien para ser reproducidas.


El anterior juego mental me lleva a lo que realmente es el interés de este texto, hablar de las fuentes de las que bebe la literatura —ese «manantial de agua que brota de la tierra», según la RAE— No voy a dar una cátedra dogmática sobre el asunto, pues lo mejor es hablar desde la propia experiencia. Lo primero que habría que decir es que las fuentes de las que se surte la literatura no son ilimitadas. El torrente que brota de las mismas, ese sí ilimitado, tan ilimitado como la realidad o la fantasía.


Me podrán decir, la mujer chismosa se ve muy fea, pero el hombre chismoso es peor. Hablo del caso en el cual trato de escuchar alguna conversación que me llama la atención en una fila, en el metro, en el bus. Algunas he oído, no con fines chismosos, pura curiosidad literaria o para ser más sofisticado le puedo llamar simplemente trabajo de campo. Alguna he percibido y está allí para ser transformada por la literatura. Pero pasa también que me he visto abocado a violar el secreto de confesión cuando alguien —conocido, amigo, cliente, pariente, casual— me cuenta algo y pienso que allí hay una historia detrás de la anécdota, que merece la significación de llamarse literatura, sin pagar derechos de autor. Y la retahíla se puede extender si tengo una anécdota que alguien me contó que le contó el tío de Juan, que a su vez le contó la sobrina de Ricardo, que le pasó a la abuela de Rubén. Algo así como: «Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a Muchilanga, le dio a Burundanga...».


Con los sueños no he tenido tanta suerte, son verdaderamente más inasibles para mí, pocos sueños recuerdo y, si los recuerdo, olvido que debo escribirlos en el instante antes de que desaparezca en la fase casi REM que es levantarse a recordar algo. Las únicas que puedo memorizar con mayor certeza son las pesadillas, pero no les he encontrado potencial literario, solo me persigue una desde la infancia y no sé si es para un cuento o para una terapia.


Las fuentes literarias, las fuentes de inspiración.
Las fuentes literarias


Otra fuente importante para mí, son las noticias leídas —No puedo decir que en recortes de prensa, porque en estos tiempos un recorte de prensa es casi un anacronismo— en algunos periódicos del mundo por medio de internet, no tanto las escuchadas en la radio y menos las vistas en televisión. Las noticias leídas brindan una mayor posibilidad de reflexión y se pueden guardar para futuras consultas.


Las lecturas literarias, de cualquier tipo de ficción, ensayo literario o no, divulgación científica, crónicas, poesía, también me brindan la posibilidad de crear, casos hemos encontrado de autores que extiendes los ramajes y reflexiones de algunas obras del pasado. Están los que han parafraseado a Homero, a Shakespeare, a Raymond Chandler, a Herman Melville, Conan Doyle, en fin; muchos que seguramente desconozco.


Los viajes, o aquellos que derivan de la simple observación e interacción con la realidad, siempre serán germen importante para convertirse en hecho literario. Las historias, la historia, mitos y leyendas populares, así como las religiones y sus doctrinas también llegan a ampliar las posibilidades de la literatura. Sin olvidar el cine y las producciones audiovisuales, así como la música, también son punto de partida para la literatura y en muchos casos estas mismas se nutren de la literatura.


No debemos olvidar que la fuente más cercana y relevante es la propia vida. Sin importar que fuente nos haya servido, estará omnipresente nuestro ser con todo lo que ello implica en la transformación de lo real e irreal en literario. Podemos encontrar retazos —en algunos casos no solo retazos— del autor en los personajes que construye para cualquier obra literaria, es pertinente hacer la claridad de que lo literario incluye la creación poética, pues en ella no estamos hablando solo de rescoldos, podemos hablar del cúmulo de la vida misma del poeta.


Hay otras fuentes literarias, no es la idea hacer una revisión exhaustiva de las mismas, porque finalmente todas derivan en la realidad, pues por muy fantástico que sea un texto siempre tendrá su sustento en lo que conocemos, y si no, en lo que intuimos. Es así como quienes se dedican al arte, en este caso a la escritura, beben a diario de las aguas tranquilas y de las corrientes salvajes que circundan la realidad y sus alrededores, para detener del paso del tiempo todo lo que se mueve sin control entre el pasado, el presente y el futuro.


Un disparador creativo para beber de las fuentes literarias


Fuentes literarias, con fines ilustrativos
Las bodas de Caná. Il Veronese. Tomado de http://museoseuropa.blogspot.com/2015/02/coleccion-pinturas-museo-louvre.html

Es así que, para este ejercicio literario, nuestra fuente es una pintura de gran formato que es una de las obras más representativas de la historia de las artes plásticas. Las bodas de Caná, de Paolo Veronese, misma que reposa en el Museo de Louvre. Esta obra de monumentales dimensiones fue pintada en el curso de un año —1562-1563— por el, todavía joven, artista con la ayuda de su hermano. Tomamos la pintura de una fotografía donde aparece la misma instalada en el museo y es observada por un espectador, mientras otros van ingresando a la sala donde se encuentra expuesta. Para el ejercicio se planteó un texto cercano al relato, que vinculara la pintura, ya fuese por medio de alguno de los más de cien personajes que aparecen en la misma, o también la pintura vista desde afuera por alguno de los espectadores que se ven en la fotografía del museo.


En los textos presentados encontramos variados enfoques, tanto desde adentro como desde fuera de la pintura. También se hallan distintos niveles de realidad, algunos manejan estos variados niveles en el mismo relato, la voz narradora se mueve también con diversidad en las historias. Las temáticas giran en torno a lo enigmático, lo religioso hasta para aludir el tema migratorio y de niveles de clase social existentes en la época. Este trabajo ha sido importante para evaluar un asunto relevante en la literatura, el punto de vista narrativo., En este caso ayuda a formarse un panorama más amplio sobre una misma realidad. Esta es la muestra de cómo el arte se nutre del arte, permitiendo un diálogo entre obras que enriquece a quien lee, pero más, en este caso, a quien escribe.


(2016)




Las fuentes literarias

15 views0 comments

Comments


bottom of page