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Writer's pictureAlex Mauricio C. L.

Contadores en el cine y la literatura, ¿somos fríos y aburridos?

Updated: Jul 5


El rol del contador en el cine y la literatura

Balance de apertura

 

Dentro del universo de las profesiones, oficios, labores y trabajos hay unas más privilegiadas qué otras. Privilegiadas, y este será el contexto, para las artes de la ficción tanto escrita como audiovisual. Aunque podré fugarme a otras artes, pero de manera tangencial.


Como siempre, hago la aclaración, advertencia o contraindicación, de que lo concibo desde mi parcialidad, experiencia y trayectoria parabólica descendente.


Como la mayoría sabe, mi profesión es la de contador público, no me ufano con ello, pero tampoco lo contrario, no hay motivo, (a propósito, en agosto comienza la temporada de declaraciones de renta de personas naturales en Colombia, por aquí a su orden), diría que me avergüenzo más en decir que me considero escritor, no sé por qué, es un tema que tengo que hablar con mi terapeuta holística, si la tuviera.


Llevo varios meses preguntándome el por qué los avatares o vicisitudes, triunfos y desgracias de los contadores no son tan tenidos en cuenta para por ejemplo, el cine. Creo que tengo la respuesta, pero no la voy a mencionar ahora o, precisamente, ese es el motivo de este escrito.


Inventario inicial



El rol del contador en le cine y la literatura
Afiche de Nick of time(1995)

A mi memoria regresa primero esta película, Nick of time (1995), dirigida por John Badham y protagonizada por Johnny Depp, en donde Gene Watson (Depp), un contador (viudo, por si fuera poco), y con una hija pequeña, (para acabar de ajustar) es invitado amigablemente, so pena de asesinar a su hija quien previamente había sido secuestrada, para que, a su vez él, atente contra la vida de la gobernadora de California. Definitivamente: un contador   en apuros. Lo que no cuenta la película es si esa era la época de impuestos por allá en la USA, porque la tragedia sería mayor, imagínese uno con tantísimo trabajo y tener que lidiar con un secuestro y un homicidio. No les voy a decir qué pasó con el pobre sujeto, que lo único que tenía de contador era el nombre, pues poco se le vio del ejercicio de la profesión, que yo recuerde, pues la película la vi hace mucho tiempo. Antes de continuar con el inventario que, la verdad sea dicha, no es muy extenso, quiero hablar de los oficios verdaderamente privilegiados.

 

Un registro incontable

 

Pensemos. Piensen por un momento en cuál de los oficios o profesiones es el de más amplia difusión en los medios audiovisuales, llámese cine o televisión. Piensen y acertarán. Los voy a mencionar en un orden subjetivo: Policías, médicos en cualquiera de sus especialidades, abogados, madres y padres, reyes, reinas y emperadores, políticos y profesoras, deportistas (sobre todo boxeadores), bomberos o investigadores policiales. Periodistas y empresarias, gánsteres o mafiosos. Ladrones y criminales, religiosos y vendedores. Estudiantes, profesores o artistas. De toda este barullo de oficios, resaltan unos más que otros, evidentemente los policías y todo lo relacionado con lo policial; los médicos y lo adyacente a la salud y los abogados y lo conexo con lo jurídico. Estos últimos ganan, con mucho, la partida sobre los demás.


A los anteriores se han ido agregando otras labores que no habría como imaginarlas hace cien o ciento veinte años como, por ejemplo, los relacionados con la informática o la psicología y las ciencias de la mente, que de a poco han ido ganando espacio en las audiovisuales.

 

El origen de todas las transacciones

 

¿Por qué los policiacos, médicos y jurídicos van en la punta del cine y la televisión (incluyendo las plataformas de streaming)?


La respuesta es: el drama, pero también los heroísmos, así como una particular dosis de eso que llamamos justicia (al final de este escrito, dejaré el enlace de dos entradas anteriores de este, su blog, en las que se habla con más detalle de eso que llamamos drama).



EL rol del contador en el cine y la literatura
Hitch(2005) Reparto principal

Pero primero regresemos a la lista de películas que tienen dentro de sus protagonistas a los contadores. La siguiente en mi memoria es Hitch (2005) una comedia romántica dirigida por Andy Tennant y co-estelarizada por Will Smith (no necesita presentación), Eva Mendes, actriz de ascendencia cubana, Kevin James, un actor popular de comedia, bonachón y un tanto obeso y Amber Velleta, rubia, alta, de ojos verdes, además de otros personajes. Hitch (Smith) es un experto en conseguir que los hombres conquisten mujeres y dentro de sus clientes está Albert Brennaman (Smith) quien desea conseguir el amor de su clienta Allegra Cole (Velleta). Brennaman, es aquí un asesor fiscal (no precisamente un contador, pero sí un asesor en impuestos, una de nuestras áreas de experticia). No hay una relación más improbable que la de un hombre de traje sin gusto, tímido, asmático, contador, nervioso, fracasado en el amor y que quiera «cuadrarse» a la mujer de sus sueños (y de los sueños de muchos), una modelo millonaria y exitosa. Convengamos en que el argumento no es nada original y, como es una comedia romántica, todos pueden imaginarse cómo termina. No sobra decir, que poco se habla de contabilidad o impuestos.       


¿Por qué el drama es el responsable de que los policiacos, médicos y legales tengan sobre exposición en las pantallas? Simple: nuestras vidas están modeladas en el drama (en estos tres hay intensidad en ello) y en las relaciones imperfectas entre los seres humanos y alabado sea Dios por esto ¿alguien puede imaginarse una vida plana? ¿cierto que no? Nadie, porque no hay. Hasta las existencias más grises tienen su dosis de conflicto. Ya lo mencioné alguna vez, el arte vive del drama como «el vivo vive del bobo y el bobo de papa y mama», lo cantaron ya en 1966 Los Corraleros de Majagual.


En los policiales hay crimen/redención; en los médicos dolor/gozo; en los jurídicos; sordidez/ generosidad. Con respecto a esto último alguna vez me comentó un abogado algo más o menos así: ellos aparecían siempre en donde poco antes había llegado la mezquindad humana y eso nunca se me olvidó: donde hay abogados, hay problemas. Recordemos que las artes narrativas se sustentan en el conflicto o el nudo y allí hay de sobra. Con estos ingredientes, no es de extrañar que guionistas y productores saquen el mayor provecho posible de estos tres campos para producir arte, pero también dinero, que es lo que más cuenta. Exprimir la maldad y el dolor o la noción de justicia y los heroísmos hasta los límites de lo irracional para generar contenidos que nos entretengan.

 

Inventario final

 


El rol del contador en el cine y la literatura
El contador (2016)

La tercera película en la que recuerdo que aparece un contador es en El contador (2016), dirigida por Gavin O'Connor y protagonizada por (entre otras estrellas de la pantalla) el pétreo Ben Affleck, cuyo personaje, además de contador, padecía trastorno del espectro autista, nadie mejor que Affleck para ese papel. Christian Wolff (Affleck), contador certificado, trabaja de maquillador de libros contables, diseñando complejas estructuras financieras de lavado de activos para grupos criminales y terroristas a lo largo del mundo. De las imágenes que nunca olvido de esta película, es aquella en donde Wolff hacía su trabajo escribiendo en un descomunal pizarrón de vidrio, en el que aparecían secuencias de datos e incluso formulas tal y como si fuera un científico obseso. Así como tampoco olvido las muchas escenas de acción, protagonizadas por Wolff, que contradicen a un contador como tu o como yo y que también van en contravía de un autista.  Nadie puede negar que, si a la oficina llegara el nuevo contador y se pareciera a Affleck, sería la sensación: mentón partido, alto, carebonito y atlético. Aquí aparece un poco más la contabilidad, pero, por la manera de presentarse, luce como si fuera física nuclear, con esquemas y formulas complejas. El asunto contable es más una excusa, como siempre, para hacer una película de suspenso y acción.  


Por este lado termina mi inventario contable de películas. Como ven, todas desde el espectro hollywoodense, eso es lo que hay. Lo más seguro es que en otras latitudes e industrias cinematográficas podrán encontrarse más contadores (ojalá, si alguien conoce otros ejemplos también haga sus aportes). Somos tan escasos en el séptimo arte que, cuando por ventura en alguna película o serie aparece un contador, yo me emociono casi hasta el paroxismo; como cuando vemos en una entrevista o en la pantalla a alguna compañera del colegio, que ahora ya es famosa y le comentamos a los otros, yo estudié con ella, yo la conocí. Así como le contaba yo a la gente que estudié dos meses inglés en el SENA en el mismo grupo de Caterine Ibargüen, la saltadora de triple, multi medallista de los olímpicos y de la Liga de Diamante, cuando en esa época no era famosa, es más, su especialidad era todavía el salto alto.


Dentro de mis remembranzas audiovisuales no puedo pasar por alto a Norm Peterson, el adiposo contador que todo los días aparecía en el bar Cheers, de Bostón, a tomarse la cerveza de rigor. Personaje de la célebre comedia de situación Cheers (1982-1993). Ni tampoco puedo olvidar así no más a nuestra Betty, la fea (bien es cierto que ella no fue contadora en propiedad, pero ejerció labores) que, en su versión original, incluso tuvo líos con la Dian.

 

Un reajuste con la historia


EL rol del contador en el cine y la literatura
El honorable creador de la partida doble

La contabilidad existe, tengo una hipótesis que no me voy a tomar el trabajo de contrastar, no tengo tiempo, pienso que la contabilidad existe desde que nació la propiedad privada (tantas cosas que se generaron desde que a alguien en el pasado le dio por decir: «árbol mío, lo vi primero» y fue capaz de irse a la guerra por el maldito árbol). Los babilonios ya tenían contabilidad. Pero la contabilidad moderna, esa que conocemos los contadores de ahora, nació de la cabeza de un monje franciscano del siglo XVI, amigo personal de Leonardo da Vinci. Un monje que como muchos genios del renacimiento era experto en diversas áreas de conocimiento: Luca Pacioli, quien se inventó la inalterable partida doble, la que nadie todavía ha podido destronar.  La partida doble nació en el libro Suma, no voy a explicar en qué consiste eso de la partida doble para no aburrir a los lectores, pero baste con decir que, sin ese concepto no existiría la contabilidad financiera tal y como la conocemos hoy.


Como ven, si este no es el oficio más antiguo del mundo, está cerca de serlo. No somos suertudos en el arte, nuestro trabajo parece que no se somete a la tensa noción de justicia (aunque tengamos lo que se llama la justicia tributaria) tampoco al heroísmo. Lo que sí tenemos es drama, montañas de drama. Pero no es un drama atractivo para los guionistas.


Sin embargo, seamos sinceros, conozco abogadas y se aparta mucho su trabajo cotidiano, de lo que muestran en las series o las películas. ¿Qué tiene de atractivo pegarse dos horas del código penal para buscarle la solución a un cliente? ¿Qué de emocionante tiene atender 15 pacientes, si no son más por día, en un consultorio médico cinco o seis días a la semana?  En las preguntas retóricas no incluyo a los policiales, no tengo el placer de conocer a ninguno como para aventurarme a la retórica. Con lo anterior no quiero denigrar de las profesiones, ni más faltaba, sólo quiero dar a entender que detrás de la ficción audiovisual hay algo de idealización, de exacerbación del drama, el heroísmo y la justicia. Quienes sean profesionales del derecho, la medicina o tengan por oficio la policía, sabrán de qué hablo.  Así como quienes sean profesores, programadores de software, vendedoras, etcétera.

 

¿Qué hay de nosotros en la literatura?

 

Menos, mucho menos desde lo que he alcanzado a leer, pero también es cierto que lo que hay es más honesto con los contadores y de mejor calidad que en el cine y la televisión. A decir verdad, sólo conozco dos referentes, si desde lo estrictamente contable estamos hablando, estos son: la novela La tregua (1960) y Poemas de la oficina (1953-1960), ambos títulos del escritor uruguayo Mario Benedetti (1920-2009). Creo haber leído en un lugar, de cuyo nombre no puedo acordarme, de que Mario Benedetti ejerció la contabilidad antes de consagrarse definitivamente a la literatura y, leyendo ambos libros, evidentemente está claro que el hombre tenía el dominio del lenguaje técnico del oficio, así como de las vicisitudes del trabajo burocrático.


El rol del contador en el cine y la literatura
Mario Benedetti


En la novela en mención es en donde mejor se trasluce este dominio. En ella Martín Santomé (otro contador viudo), es el director de contabilidad de una compañía comercial, que se enamora de una de sus auxiliares, mucho más joven que él. Martín ya se encuentra próximo a la jubilación. (Hay que recordar que por aquella época la gente se pensionaba a la edad de 50 años). Esta novela cargada de ironía, acritud y algo de amargura, reflexiona sobre el sentido de la vida, la vejez, la muerte, la familia y el amor. En ella Martín Santomé relata en primera persona con el recurso de un diario íntimo, lo que pasa por su cabeza, dejándonos vislumbrar las relaciones con sus compañeros de trabajo, jefes y también algo de las complicaciones del oficio de la contabilidad, los tiempos en que los libros de contabilidad eran literalmente libros, lejos estábamos de los programas contables y el mundo digital.


En los Poemas de la oficina el autor nos muestra que, en medio de la enajenación y la rutina del trabajo burocrático, hay una tímida rebeldía que se oculta tras palabras bellas y cítricas para denostar a un sistema que a veces ahoga. Unos versos en donde el burócrata abre tímidamente la cortina de una ventana por donde se ve el sol, la libertad a la que se retorna, luego de terminar el turno laboral o salir a las vacaciones anuales.     


Hasta aquí va el rol del contador en el cine y la literatura, dista de ser generoso. Sin embargo, queridas amigas y amigos lectores, tienen para escoger al gusto con cual de estas lecturas encaminarse según su sensibilidad y cuál de las películas ver o repasar, pues seguro algunas de ellas ya las han visto. Pero si hay más sugerencias, por dejarlas en los comentarios, estaría muy agradecido.

 

Otros revelaciones

 

Y si vamos a hablar de la pintura no nos va mejor, podemos encontrar en las obras de los grandes artistas a médicos y pordioseros y soldados, guerreros o reyes o emperadores, burgueses o artesanos, ninfas y prostitutas, bodegones (no bodegueros) y marchantes de arte, pero no he visto al primer contador público titulado o juramentado. Y qué decir de la música: hay malevos o bailarinas, payasos o meretrices, bodegueros (no bodegones) y taxistas y señoras de las cuatro décadas, pero de aquello nada.


Conclusión final, firmada con salvedades


Este doloroso inventario (la verdad es una broma, no tiene nada de doloroso) es más un ejercicio de reivindicación de mis colegas contadoras, también los contadores (vale recordar que la proporción de contadores vs contadores en Colombia es descomunal a favor de las damas).  Es un querer decir que, si bien no tenemos mucho espacio en las artes como oficio, estoy seguro que en nuestra profesión como en otras, vistas por la sociedad del arte por encima del hombro, hay las suficientes dosis de drama, pequeños heroísmos y actos de justicia, que hacen que en cada oficio y,  en particular el nuestro, palpite la vida y merezca el homenaje y las reivindicaciones de una sociedad artística, que no alcanza a entrever toda la multitud de trabajos silenciosos que millones de personas realizan y que hacen que esto que llamamos sociedad, funcione lo mejor posible.


Aparte de lo anterior, ansío el momento de ver en el cine un verdadero thriller contable con toneladas de suspenso, acción y partidas dobles, muchas partidas dobles. Cuento con eso.


 (2024)



Revelaciones posteriores al cierre del ejercicio:


  • Me van haciendo aportes de épocas anteriores, de cuando yo ni sabía qué iba a hacer con mi vida. Los intocables (1987), dirigida por Brian de Palma. En cuyo elenco se encontraban, entre otros, Kevin Costner, Robert de Niro, Sean Connery y Andy García. Ambientada en la Chicago de la época de Al Capone. En ella aparece un contador, quien llevaba las cuentas de la organización criminal y es capturado, para luego testificar en contra del patrón. Esta película la vi hace tantos años y perdí tantos de sus detalles, que nunca se me pasó por la cabeza. Contadores de organizaciones criminales, un universo por explorar, un oficio de alto riesgo (Padre, Hijo y Espíritu santo).


  • Como un epifanía retornó a mi memoria la marvillosa The Apartment 0 (Piso de soltero) (1960), el adjetivo no se queda corto es una maravillosa comedia romántica dirigida por el genial Billy Wilder y estelarizada por dos íconos de la actuación de la época, ambos en estado de gracia, Shirley MacLaine (Fran Kubelik) y Jack Lemmon (Calvin Clifford Baxter / C. C. Baxter / "Buddy"). Cuenta la historia de un gris empleado contable (Lemmon) de una de las más grandes compañías de seguro de la época en Estados Unidos quien, para ganar puntos en un posible ascenso en la compañía, le cede por noches su apartamento a los jefes para que ellos lleven a sus queridas, pues todos son casados; ellos prometen a su vez hablar bien de Baxter en una futura promoción. El contable, sin aspiraciones amorosas, se atreve a invitar al teatro a la simpática ascensorista (MacLaine) quien saluda a todo el mundo (Sí, existían personas que manejaban los elevadores, que en esa época eran máquinas más complejas de lo que son ahora). El problema es que Fran Kubelik, la ascensorista, es amante del pluma blanca donde trabaja CC Baxter. Aquí el contador es asumido como el oficinista despersonalizado, que sólo es un número en la nómina y, para ello, nos muestran el lugar de trabajo de CC Baxter, un piso descomunal y sin personalidad en donde todos parecen hormigas sin nombre. Es una de las grandes peliculas de la historia del cine, que a pesar del tiempo transcurrido, no pierde su vigencia, así el oficio de ascensorista no exista más. Lo contable aquí también es una excusa, pero en este caso es un largomentraje que, de manera respetuosa, recomiendo ampliamente.



El rol del contador en el cine y la literatura

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