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Writer's pictureAlex Mauricio C. L.

Dictadores latinoamericanos: Los hilos del poder. El Señor Presidente (1948), Miguel Ángel Asturias.

Updated: Aug 13, 2023





Lejana en el tiempo de las otras dos (fue publicada en 1948, pero se terminó de escribir en 1932), El Señor Presidente, en su lenguaje, ya vislumbraba la riqueza y color de lo que más tarde daría en llamarse el «El boom latinoamericano». Lo cuenta el autor así:


«Ya después conocimos a Joyce, en el que, si no es verdad que la palabra haya sido su principal preocupación, es indudable que Joyce jugaba con el idioma en tal forma que, uniendo las palabras en un sentido o en otro, se encuentra una u otra descripción o una u otra manifestación. Recuerdo que Alejo Carpentier escribía entonces una novela de la que solo algunos capítulos se publicaron, no sé si se escribió entera –en una revista que se llamó Imán-, que se llamaba Ecue Yamba O. La novela empezaba más o menos así: “Ecueyambaó, retumban las tumbas en casa de Acué; yambaó, yambaó, en casa de Acué, retumban las tumbas; retumban las tumbas en casa de Acué.” Es un poco el “¡Alumbra, lumbre de alumbre, Luzbel de piedralumbre!. Esa cosa: nosotros teníamos la preocupación por el sonido de las palabras en esos momentos.»
Miguel Ángel Asturias

Esto es mencionado cuando se encontraba en París en la primera parte del siglo XX.

El Señor presidente en una de las tantas ediciones de Editorial Losada
Una de las tantas ediciones de la Novela

La novela hace alusión al dictador guatemalteco, Manuel Estrada Cabrera, quien fue presidente de la nación desde 1898 hasta 1920, cuando fue presionado a dejar la presidencia; luego de veintidós años aferrado al poder con fiereza. Si bien la obra posee una trama identificable, que es el hilo conductor de la misma, las historias adyacentes dan cuenta del macabro sistema de terror que gobierna la nación. Poco aparece el Señor Presidente en la novela, mínimas palabras se escuchan de su boca; pero de él se conocen sus obras prolongadas en las órdenes que da a sus funcionarios y esbirros, ya sea oficial o extraoficialmente. En este sentido, la novela es totalmente opuesta a las otras dos que tocaré más adelante; por ello tal vez más eficaz en su efecto dramático, pues, en las de Roa Bastos y García Márquez, el argumento de las mismas está desarrollado desde los dictadores.


Miguel Cara de Ángel («era bello y malo como satán») se ha enamorado de Camila, la hija del principal contradictor de El Señor Presidente, su jefe. El general Eusebio Canales, padre de Camila, se ve envuelto en la maraña sembrada por el gobierno para inculparlo del asesinato del coronel José Parrales Sonriente, quien fue muerto por El Pelele, un enajenado mental que todo tiempo gritaba llamando a su madre y que para desgracia del coronel tuvo a mal hacerle una broma en el momento equivocado. A partir del asesinato de Parrales Sonriente por El Pelele, se comienza a gestar la historia en donde se ven involucrados toda clase de personajes, desde los pordioseros, pasando por policías y funcionarios del dictador. Detrás de todos ellos manipulando sus destinos está el Señor Presidente. Lo único que no puede controlar es el amor, que para la novela supera a la mismísima muerte. La historia de amor entre Camila y Cara de Ángel no pasa de ser un melodrama (sin embargo, este amor cambia la vida de Cara de Ángel: «Al marcharse el mayor, Cara de Ángel se tocó para saber si era el mismo que a tantos había empujado hacia la muerte, el que ahora, ante el azul infrangible de la mañana, empujaba a un hombre hacia la vida.»), que sin los ingredientes añadidos por las demás subtramas, dejaría a la novela con una gran pobreza argumental. La riqueza y la sonoridad del lenguaje, los diálogos, también las descripciones le dan posteridad a esta novela que ya tiene más de ochenta años de escrita.


El autor logra una prosa no exenta de lirismo, muy directa, manejando con adecuada corrección el narrador omnisciente. El tiempo de lo narrado fluye sin rupturas ni mudas, los diálogos no están exentos de algún coloquialismo que les da color local.


En la novela se desarrolla toda una poética del dolor, en ella las esperanzas por poco y se extinguen, a pesar de esto, al final, después de la sucesión de tragedias, un estudiante va hacia su casa luego de que es puesto en libertad, pasa por lo que era el salón del ayuntamiento mientras ve volar oficios y comunicados que ya no cumplen su función, llega a su casa y pareciera que la vida cotidiana de su familia siguiera igual con presidente o sin él.


Al final de la obra queda la sensación de que hay resquicios a través de los cuales las manos sucias de ese poder hambriento y desmesurado no logra penetrar. Habrá un día en que cambiará de manos, porque sea cual sea la causa, sus detentadores son efímeros esclavos del tiempo.

«Yo creo que mis libros, contra lo que se cree, tienen muchísimo trabajo. El Señor Presidente yo lo copié casi nueve veces enteras. Los primeros capítulos los sabía casi de memoria, los recitaba casi de memoria, hasta hace unos ocho años. Después, se me fueron olvidando».
Miguel Ángel Asturias



Bibliografía


  • El Señor Presidente (1948), Miguel Ángel Asturias, Editorial Losada

  • Coloquio con Miguel Ángel Asturias. Universidad de San Carlos, 1968(Fragmentos de una Conversación).


(2013)


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