La historia política latinoamericana está atravesada por la oscura figura de los dictadores, que silvestres crecieron en tierras propicias para ello. En las siguientes tres entradas, le daremos un vistazo a este tema. La literatura ha servido para documentar este fenómeno no solo desde sus aristas sociales o políticas sino también desde el poder mismo, su significado, prevalencia y consecuencias. La novelística hispanoamericana es especialmente fértil abordando el tema.
Era un adolescente cuando tuve mi primer contacto con las novelas que aludían directamente al asunto, cuando leer para mí solo era un delicioso placer sin pretensiones. El libro: La Fiesta del Rey Acab (1959), del chileno Enrique Lafourcade. Recuerdo su estilo directo en la prosa, intensa en el desarrollo de su argumento; sin embargo, poco viene a mí de su fondo. La novela, no sé si por mi edad o por su estilo, no provocó en mí ninguna reflexión que tuviese que ver con el asunto de las dictaduras o el poder más allá de su argumento. Sin embargo, realizando este trabajo crítico llegó a mis recuerdos. Solo ahora, tantos años después, me entero de que esta pretendió ser una caricatura del ruin célebre y muy novelado dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo; título y personaje coincidente con la posterior obra de Mario Vargas Llosa: La fiesta del chivo (2000). Alrededor de esta similitud, se lamenta el escritor chileno de que el nóbel ni siquiera haya tenido alguna mención a su obra.
Cuando se leen las tres novelas (El señor presidente (1948), Yo, el Supremo (1974) y El otoño del patriarca(1975)) que se sumergen en los avatares de tres dictadores latinoamericanos, uno de ellos, producto entero de la ficción; los otros basados en personajes históricos de la historia latinoamericana, es inevitable sumergirse en reflexiones acerca del poder, de su dominio, de eso que hace que mientras quien lo posee subyuga a otro, a su vez es sometido por él. En variadas dosis estas novelas son una reflexión sobre el poder, unas de una manera simbólica y otra de forma sugerida. Vemos cómo el poder gasta a los dictadores, cómo quedan encerrados y sometidos a sus mazmorras. Cuando más sienten y desean la ubicuidad del mismo es cuando más han sido raptados, ya no son ellos, es «otro» quien les gobierna. De allí que se hable de «la soledad del poder», un dictador no tiene amigos, la amistad y la familia se convierten en un decorado o no llegan a gestarse con el arribo del(al) poder. Quedan, eso sí, los colaboradores, las conveniencias, los pactos, las órdenes, la espada, las balas, el miedo, el odio, el dolor, la hipocresía, la venganza, la insurgencia, la perversión, la bilocación; queda el dictador solo, en sí mismo, en su mismedad con sus bártulos totalitarios, sus decretos, sus órdenes, su miedo, su recelo, su sombra desfigurada, sus mentiras y secretos, las muertes que le persiguen hasta la tumba y más allá para demoler su obra y barrer los rescoldos de sus huesos con el afán de suprimir su recuerdo. Con el advenimiento de la muerte:
¿Dónde queda el poder?
El poder sigue allí. Cambia de mano, de nombre, de representación, de precio:
«… Cada vez que le planteábamos la urgencia de ordenar su herencia, pues decía que pensar en el mundo después de uno mismo era algo tan cenizo como la propia muerte, qué carajo, si al fin y al cabo cuando yo muera volverán los políticos a repartirse esta vaina como en los tiempos de los godos, ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para los pobres, por supuesto, porque esos estarán siempre tan jodidos que el día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo, ya lo verán…»
Asé se expresaba el general de García Márquez en su tono coloquial. El poder no tiene fin, tal vez ni principio tuvo, quizá, sus orígenes son tan remotos, olvidados y oscuros como el nacimiento de aquel general mitológico que creó García Márquez en su El otoño del Patriarca (1975). Porque el poder, como la materia, no se crea ni se destruye, solo se transforma.
Bibiografía
Dictaduras en América Latina. Claudia González Castro. Red de Maestros de Maestros. www.rmm.cl
La última fiesta del Faraón. Adolfo Castañón. Revista Mexicana del Caribe, Año 6, número 12. Universidad Autónoma de Quintana Roo.
(2013)
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